Hace no mucho era difícil saber de otro si no le conocías en primera persona. Le podías conocer de oídas, de vista, de hablar con él puntualmente, de salir de cañas o de toda la vida… y ya. Y la información que tenías era equivalente a tu relación con dicho individuo y su entorno. Ahora ya no hace falta – todos nos conocemos o podemos conocernos: solo tenemos que buscarnos en google.
Me hace gracia ver a la gente “romperse la camisa” pidiendo máximo derecho a su privacidad mientras, por otro lado, se sobreexponen pública y voluntariamente a través de las redes sociales. Todo el mundo sabe si fulanito está de vacaciones en la playa, si al hijo de nuestra excompañera del 6º de EGB se le ha caído su primer diente o si la prima de nuestra vecina (aquella que conocimos en las fiestas del barrio) ha tenido gastroenteritis la semana pasada. Nosotros mismo lo compartimos todo con nuestro grupo de amigos. Bueno, “amigos” es un decir… porque me gustaría saber cuanta gente tiene tantos amigos (de los de verdad) como contactos tiene en facebook, twitter, Instagram o tuenti. Sí, así somos nosotros. Nos burlamos de los famosos que posan en las portadas de las revistas y relatan sus alegrías y desgracias a golpe de talonarío pero nosotros mismo vendemos más nuestra vida (y gratis) que Ana Obregon en sus mejores veranos.
Lo más peligroso no es la creciente tendencia a no diferenciar entre lo que es público y privado, sino que pocas personas son conscientes de los riesgos y perjuicios que tanta sobreexposición puede suponer. No se trata de un tema de pudor o deseo de vivir en el ostracismo, si no de aprender a cuidar nuestra reputación virtual con el mismo esmero con el que defendemos nuestra reputación real.
Reputación 2.0
Lo primero de todo ¿Alguna vez has googleado tu nombre? ¿No? Pues ¡Pruébalo! Es interesante descubrir lo que aparece en los buscadores con solo googlear un nombre. Si tienes un perfil creado a partir tu nombre real en alguna red social o llevas a cabo alguna acción on line (blog, microblog, colaboración en publicaciones, etc ) seguro que apareces en alguna de las primeras pantallas del buscador.
¿Qué has encontrado? ¿Te gusta lo que has visto? ¿Te ha sorprendido? ¿Es eso lo que quieres que encuentre cualquier otro que teclee tu nombre en un buscador? Lo que has visto o podrías ver es lo que se llama identidad digital.
La identidad digital de cada persona o empresa se compone de todas aquellas cuestiones que le definen como usuario de Internet. Estas cuestiones no solo dependen de nosotros mismos (información que publicamos, foros en los participamos, publicaciones que seguimos, etc), sino que se ven afectadas por la información que el resto de usuarios aporta sobre nosotros (ya sean imágenes, opiniones, etc). El prestigio de dicha identidad virtual es lo que llamamos reputación 2.0, reputación on line o reputación virtual.
Cuanto más activo se es en Internet, más exposición existe en dicho medio… y por lo tanto más sólida es la reputación virtual que se estará generando (para bien o para mal). Pero no pensemos que no estar en Internet equivale a que no hablen sobre nosotros en la Red ¡para nada! lo único es que no seríamos conscientes y no podríamos actuar en consecuencia… lo cual siempre es un error. Por ello, en el caso de las empresas y los profesionales, mi consejo es siempre que participen de Internet y que si lo hacen de forma activa y/o intensa, que cuenten con los servicios de un Comunity Manager. Pero ese es otro tema.
¿Qué tiene de excepcional la reputación on line? Que se expande de una forma más rápida y amplia que el tradicional “boca-oreja”. Es lo que llamamos la viralidad de Internet.
¿Qué tiene de bueno? Que ciertos errores podemos borrarlos a golpe de click (podemos borrar un comentario en un foro, podemos cerrar una cuenta en una red social…). De hecho, en casos extremos, ya hay empresas que se dedican a borrar historiales en la red… como si nunca se hubiesen estado allí. Algunos ejemplos son Delete your account, Suicidemachine o Twittwipe -solo para Twiter-. No obstante, hay que recordar que lo que borramos son las pruebas escritas o gráficas, no el recuerdo que queda en las personas que se vean afectadas por nuestras acciones; es decir, que empezar de cero siempre es difícil.
¿Qué tiene de negativo la reputación 2.0? Que casi nadie se preocupa de su reputación virtual hasta que afecta a su reputación real (casos de ciberacoso, vulneración de la intimidad, perdidas de credibilidad comercial, etc)… es decir, que no vemos las “orejas al lobo”, hasta que nos ha “clavado el colmillo”.
Reputación 2.0 para la promoción personal
Esta reputación puede afectarnos y mucho en nuestro entorno laboral, sobre todo en lo que refiere a la proyección profesional de cada uno. Un buen profesional no puede permitirse tener una pésima reputación on line o se estará tirando piedras sobre su propio tejado.
¿Crees que la información que hay en Internet sobre ti te beneficiaría o perjudicaría en caso de que la viese la persona de quien depende tu trabajo?
Un ejemplo muy claro de cómo afecta la reputación on line a la vida profesional, lo tenemos en los procesos de selección de personal. A día de hoy, cualquier empresa sabe cómo usar Internet para obtener información de sus potenciales colaboradores y/o trabajadores. ¿Curiosidad? Quizás un poco pero, sobre todo, se trata de documentación.
Tengo un amigo que trabaja como head-hunter de puestos de alta dirección y mandos intermedios. Y para desgracia de muchos de ellos, es un gran conocedor de Internet. ¡Siempre tiene alguna anécdota que contarme! Una vez me comentó que, estando llevando a cabo un proceso de selección, se puso a investigar a cada uno de las siete personas preseleccionadas y ¿qué descubrió? pues que el primero de los candidatos, con un perfil intachable en LinkedIn, resultó ser un “homofobo y racista” declarado a través de su cuenta de Facebook. Otra de las candidatas resultaba tener un blog personal donde en diversas entradas hacía un boicot a la empresa internacional por el daño que hacía a la empresa local ¡y el proceso de selección era para una de ellas!… en fin… dos candidatos descartados “de un plumazo”: su reputación on line (que abarca mucho más que los conocimientos y experiencia) había “echado por tierra” sus posibilidades laborales.
Con esto ¿qué quiero decir? ¿que es malo tener vida en Internet? No, todo lo contrario, de hecho puede ser muy beneficioso pero hay que ser coherentes y responsables con nuestra vida virtual: lo importante no es solo qué hacemos sino cómo lo hacemos.
CINCO CONSEJOS BÁSICOS PARA TENER LOGRAR UNA BUENA REPUTACIÓN ON LINE
Primero: Cuidado con el nombre de usuario que eliges en las redes sociales. Los perfiles personales suelen contener información social tuya, muchas veces privada, así que lo mejor es que utilices un pseudónimo para que si la gente de tu entorno profesional googlea tu nombre, no encuentren tu perfil. Si luego investigan, dependiendo de la pericia de la persona que lo haga, pueden igualmente dar con él, pero en principio no es tan sencillo.
Segundo: Si tu actividad profesional necesita del uso de perfiles sociales, valora seriamente tener dos perfiles diferenciados: uno para tu vida social (con tus amigos, conocidos y familiares) y otro para tu vida profesional (para compañeros de trabajo, colaboradores, contactos de interés profesional, etc). Obviamente, el trabajo será el doble pero los beneficios profesionales se multiplicarán exponencialmente.
Usa tu nombre personal para el perfil profesional y un pseudónimo para el personal. Cuida qué cuelgas en cada uno de los perfiles, teniendo en cuenta qué tipo de persona accede a cada uno de ellos, y potencia en tu perfil profesional tus competencias, capacidades y aquellas aficiones que creen valor añadido a tu rol profesional.
Mr Potato es un experto en adaptar su perfil a las circunstancias.
Tercero: Aprende a utilizar correctamente las herramientas de privacidad de las distintas redes sociales que uses. Si no tienes ningún filtro, por pereza o despreocupación, cuida mucho lo que cuelgas o comentas en la red. Aunque lo neguemos, en el fondo todos queremos tener nuestros 5 segundos de notoriedad (y puede que no los usemos con toda la prudencia recomendada) ¡no hagas que esos 5 minutos te arruinen alguna gran oportunidad!
Cuarto: No cuelgues en internet aquello que no querrías que viese la persona que puedan estar interesadas en contratarte o colaborar contigo. Te aseguro que si mañana te enfrentas a un proceso de selección y tienes un perfil público en alguna red social, te van a buscar y hacer un pequeño (o no tan pequeño) testeo.
Si en tu perfil de tuenti o facebook hay más fotos tuyas de fiesta, borracho como “una araña”, que en circunstancias más “sanas”… valora borrar alguna de las primeras y colgar más de las segundas. Ningún empresario quiere contratar a alguien que sale de fiesta todos los miércoles y jueves del año; obviamente prefieren empleados vayan a trabajar al 100% y no de resaca y con falta de sueño la mitad de la semana.
Pide a tus amigos que no te etiqueten en sus fotografías. Si lo hacen, revísalo cuando así sea y desetiqueta, o solicita que lo hagan, cuando creas oportuno. No dejes en Internet más pruebas gráficas de tu vida que aquellas que consideres te hacen justicia.
Si tienes un cargo muy relevante o donde la discreción sea imprescindible, valora no participar en redes sociales generalistas o crea un perfil cerrado al que no pueda acceder cualquiera… y, por supuesto, no uses tu nombre real.
Quinto: Conviértete en tu mejor publicista. Cada uno de nosotros somos el mejor (y único) producto que tenemos en propiedad para vender así que ¡véndete bien! Haz de Internet una plataforma donde darte a conocer. Aprovecha cualquier oportunidad para potencias sus cualidades y capacidades. Ten un perfil de LinkedIn completo y actualizado. Si te gusta escribir, valora tener un blog donde escribir sobre aquellas cuestión en las que puedas ser resolutivo y orientador. Participa en foros profesionales y ofrece tu experiencia y formación a quien pueda necesitarlo. Colabora con publicaciones y webs profesionales, si te surge la oportunidad, aunque no recibas ninguna remuneración. Ten una web personal donde puedas exponer aquellas cuestiones de tu curriculum que no tomen suficiente relieve a través de un texto escrito (como albúm de dibujos si eres ilustrador, galería de fotografías si eres fotógrafo, catálogo de creaciones, si eres artesano, tus colecciones si eres diseñadora de moda, etc).
Y para terminar, un último consejo: mucho cuidado con nuestro Pinocho interior. El uso de Internet ha llevado a mucha gente a inventarse y aplicarse una capa (doble y tiple) de barniz para parecer más brillantes, más listos, más cultos, más guapos y más experimentados. Amparados en el falso anonimato que parece otorgar Internet ¿Cómo no caer en la tentación? Pues mi mejor consejo es que seáis prudentes a este respecto.
La clave para vender bien un producto (nosotros) es crear una buena campaña de publicidad a la altura de él, no por encima suya. Crear falsas expectativas siempre termina siendo contraproducente. Si eres un buen profesional que se vende como un buen profesional, tendrás la mitad del camino recorrido cuando te encuentres con aquella persona a la que te interesa conocer. Si eres un buen profesional que se vende como un profesional excepcional (engordando formación, ampliando falsamente experiencia, exagerando conocimientos, etc), al final te terminarás delatando (en las distancias cortas es más difícil mantener una mentira) y quedarás como un profesional mucho peor de lo que eres en realidad. Además, tu “estupenda” reputación on line (la cual terminará decayendo también) te habrá creado una mala reputación en la vida real que, al contrario de la virtual, no podrás borrar con el ratón del PC ni dando a “suprimir”.
¡Hasta pronto!
Esther Morillas
Colaboradora de pymecom
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